Los medios de comunicación son una parte esencial de la democracia, actúan como habilitadores, catalizadores y, en ocasiones, también pueden resultar detractores de la vida política de un país. Se constituyen en ventanas a través de las cuales la población accede a la información y a sus diferentes enfoques, todo ello influenciado por la línea editorial, la ética y la calidad periodística de cada medio.
En una sociedad donde priman las libertades, incluida la libertad económica, cualquier individuo o grupo puede fundar un medio de comunicación sin más restricciones que las establecidas por la ley. Sin embargo, el ejercicio del periodismo y la cobertura noticiosa conllevan una responsabilidad social inherente a si misma, desde el momento de su fundación.
Los Estados también juegan un papel crucial en el panorama mediático al establecer sus propios medios, los cuales, por su naturaleza, deben representar y servir a los intereses comunes de todos los ciudadanos. Es fundamental que estos medios operen de manera equilibrada, factual y veraz, reconociendo la diferencia que hay entre ser un medio del “Estado” y uno que responda solo a los intereses del gobierno de turno.
El caso venezolano: Hegemonía comunicacional
En los últimos 20 años, el panorama mediático venezolano ha cambiado drásticamente. El gobierno ha trabajado para expandir su plataforma mediática, mientras que el sector privado ha sido constreñido y minimizado tanto en cantidad como en calidad de los contenidos noticiosos. Esta situación responde a una estrategia clara y sistemática de hegemonía comunicacional, que busca dominar el mensaje oficial sobre cualquier otro que la prensa libre pueda compartir con la sociedad.
Resulta de capital importancia contar con un ecosistema de comunicación plural, equilibrado, inclusivo y libre en nuestros países, uno que se convierta en plataforma para la exposición de las opiniones políticas de todos los actores. En Chile, por ejemplo, Juan Ignacio García Rodríguez, exdirector del Servicio Electoral de ese país afirmaba que: “la democracia necesita medios de comunicación que no sean excluyentes, deben constituirse en vehículos universales de información, así como asumir el papel de Contralores Políticos, todo ello dentro del ejercicio de una efectiva libertad de expresión.”
El extremo desequilibrio que vive Venezuela, actualmente sometida a la censura, la intimidación de la prensa libre y la anulación de la prensa internacional mediante el bloqueo de páginas web y redes sociales, la deportación de periodistas, el bloqueo de señales y la detención de periodistas en el ejercicio de su profesión, evita que los ciudadanos accedan a información veraz, oportuna y plural. Esto los somete a la desinformación y coarta el derecho ciudadano a la libertad de expresión, y a estar adecuadamente informados.
La llamada “Estrategia de Hegemonía Comunicacional” ha sido ejecutada sistemáticamente bajo cuatro pilares fundamentales:
Estructurar y consolidar una amplia red de medios públicos a nivel nacional, regional, local e internacional.
Definir una agenda temática única en los medios bajo su control para influir en la agenda y opinión pública, así como para la transmisión de propaganda.
Neutralizar los medios de comunicación privados considerados “adversos” al gobierno mediante diversas vías de presión y represión (normativa, judicial, económica, editorial, policial, etc.).
Limitar el acceso a información proveniente de fuentes públicas por parte de los medios privados (nacionales o internacionales) y restringir/bloquear el espacio para los líderes de la oposición.
Los regímenes autoritarios se definen por su necesidad de controlar el flujo de información para condicionar las percepciones de la sociedad, perjudicando así el mantenimiento de una democracia saludable y de una buena gobernanza. La concentración de medios no favorece la democratización de la cultura política en las sociedades contemporáneas, ya que los medios permanecen reservados a un espectro limitado de actores sociales con afiliaciones políticas determinadas, lo que condiciona el consumo de información según sus intereses.
Cuando un gobierno busca establecer un esquema de dominación, se inhibe la creación de medios de radiodifusión con autonomía editorial y financiamiento independiente. Las leyes se adaptan para favorecer al gobierno de turno, lo que facilita un monopolio de la comunicación que debilita a la sociedad al limitar la formación de juicios críticos en la opinión pública, ya que se restringe el acceso a una visión multidimensional de los acontecimientos nacionales y se silencia la diversidad de voces y argumentos.
La importancia de un sistema de medios equilibrado
Sin un sistema de medios equilibrado, los procesos políticos y electorales se ven perjudicados, limitando la libertad de los ciudadanos para tomar decisiones informadas y conocer el resultado de estas. Los gobiernos, partidos y actores políticos en ejercicio, deben procurar comprender que, en la dinámica de los medios y su “democratización” a través de internet y los canales digitales, las sociedades siempre buscarán crear sus propios medios para compensar las limitaciones impuestas al libre ejercicio y tránsito de la información.
En lugar de recurrir a vías restrictivas que buscan criminalizar a quienes comparten información disonante con el interés gubernamental, es necesario considerar habilidades, prácticas y herramientas dentro del contexto del juego democrático y del respeto a la ley.
Una sociedad democrática requiere un sistema de medios heterogéneo, plural y libre, donde convivan el régimen privado-competitivo y el público-gubernamental (donde exista), creando un balance permanente en favor de la sostenibilidad democrática y la buena gobernanza.
Como dijo Thomas Jefferson: “Si tuviera que decidir si debemos tener un gobierno sin periódicos o periódicos sin gobierno, no dudaría en preferir lo segundo.”
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